viernes, 23 de octubre de 2015

LA HEPATITIS CANINA

Cuáles son los síntomas de la hepatitis en perros
 La hepatitis canina es una enfermedad que solo afecta a los perros y no tiene ninguna relación con la hepatitis humana. Gracias a las vacunas que existen esta dolencia es cada vez menos frecuente. La hepatitis es una enfermedad muy contagiosa y a veces, mortal especialmente en perros cachorros que no han sido vacunados. En unComo.com te contamos cuáles son los síntomas de la hepatitis en perros, para que si los detectas acudas inmediatamente al veterinario.

  1. Los síntomas de la hepatitis vírica canina son diversos y variables en gravedad. La forma más aguda de esta enfermedad que se presenta en cachorros de perro puede ocasionar una muerte repentina. Los perros de menos de 3 semanas pueden empezar a manifestar dolor abdominal, y pueden morir en apenas horas. Esta forma de la enfermedad es poco común sobre todo si la madre del cachorro está debidamente vacunada, de esta manera el perro goza de una protección temporal natural.
  2. En la forma aguda de la enfermedad, en la fase inicial se percibe un estado muy aletargado en el perro. Durante la exploración, uno de los síntomas más habituales es la inflamación de las amígdalas, una temperatura corporal elevada, un fuerte enrojecimiento de las mucosas e inflamación de los ganglios linfáticos bajo la mandíbula. Si tu perro presenta amigdalitis aguda, presta atención porque es muy poco frecuente.
    Tras estos síntomas, la enfermedad suele provocar diarrea, vómitos, pérdida del apetito y en algunos casos, sienten molestias si se exponen a la luz intensa. En un estadio más avanzado la zona del hígado duele al ser palpada, aparecen signos de ictericia y sangrado de encías. Otro síntoma adicional es que la musculatura del abdomen está muy tensa por el dolor. Cuando un perro llega a esta fase de la enfermedad si la superan, tardarán unas semanas en recuperarse del todo.
    En unComo te damos algunos consejos para que sepas qué puede comer un perro con hepatitis.
  3. Los síntomas en la forma leve de la hepatitis vírica canina pueden ser fiebre no muy alta, y en ocasiones, diarrea, y los ganglios linfáticos inflamados. Aunque el cuadro clínico no es muy variado, pueden darse convulsiones que confundan esta enfermedad con el moquillo. Y es que no es extraño que un perro pueda sufrir a la vez el virus del moquillo y la hepatitis vírica.
    Hay un síntoma conocido como el "ojo azul" edema corneal que es muy habitual que aparezca en muchos perros que sufren ciertas cepas de hepatitis. Suelen aparecer 10 días después tras los primeros síntomas y se caracteriza por la formación de un edema turbio y de color azul en la superficie ocular que desaparecerá sin ningún problema. Muchas veces, éste es el único síntoma que se percibe.
  4. La hepatitis vírica canina la causa un virus llamado adenovirus canino del tipo 1. La fuente de infección suele ser la ingestión de heces, orina o saliva de perros que tengan la enfermedad. Un perro cuando se vaya recuperando la de la infección puede expulsar el virus durante medio año a través de la orina. Es un virus muy resistente y puede permanecer en el entorno durante meses.
    En situaciones de hacinamiento y con perros muy jóvenes si contraen la enfermedad pueden morir en pocas horas. Presta atención a tu mascota y, ante todo, no olvides ninguna vacuna que ponga en riesgo su salud y la de otros perros. En unComo te descubrimos las vacunas que necesita un perro.

  5. Este artículo es meramente informativo, en unComo.com no tenemos facultad para recetar ningún tratamiento veterinario ni realizar ningún tipo de diagnóstico. Te invitamos a que lleves a tu mascota al veterinario en el caso de que presente cualquier tipo de condición o malestar.


jueves, 22 de octubre de 2015

¿Por qué mi perro se asusta muy fácilmente?


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En ocasiones, si un perro experimenta un trauma, miedo o un cambio repentino en su entorno, puede cambiar rápidamente de ser un perro feliz a ser un perro ansioso e inseguro. ¿Qué podemos hacer en estos casos?
Evidentemente nuestro trabajo consistirá en fomentar su confianza y en encauzar las conductas problemáticas relacionadas con la ansiedad. Es conveniente contar con la ayuda de un veterinario etólogo, que nos enseñará cómo actuar en cada caso.Para sintetizar, de manera general, estos sencillos pasos pueden ayudarnos.
  1. Debemos aprender a reconocer los signos de estrés o inseguridad. Observaremos su comportamiento, la posición de rabo y orejas, o incluso que orine o defeque fuera de su lugar habitual si se encuentra muy ansioso.

  1. Actuar de manera pausada y claramente definida para nuestro perro, enseñarle que puede confiar en nosotros. Trabajar las habilidades básicas de obediencia como sentarse, quedarse quieto, tumbarse o recobrar objetos ayuda a construir su confianza. Si somos consistentes en nuestro estado de ánimo, se lo transmitiremos a nuestro perro y así sabrá qué queremos de él.

  1. Podemos modificar el lenguaje corporal de nuestro perro a una postura de confianza. Por ejemplo levantar la cola hacia arriba a una posición de confianza o normal si la lleva baja o escondida, o subirle suavemente la barbilla si lleva la cabeza baja.

  1. No haremos caso a nuestro perro cuando esté inseguro y lo alabaremos cuando se muestre seguro y confiado, sobre todo en casos en los que se muestre previamente temeroso o asustado. Evitemos mimarlo ya que estaríamos reforzando su comportamiento indeseado.

  1. Proporcionaremos un refuerzo positivo, recompensaremos su buen comportamiento con golosinas o elogios. Evitemos el uso de la fuerza o el castigo, pues generaremos más inseguridad.

  1. Proporcionarle en la casa un espacio donde se sienta seguro, y que sienta como propio.


  1. Nuestro perro recoge y siente nuestras emociones, por lo que si nos sentimos ansiosos o inseguros, nuestro perro puede sentirlo y será un reflejo nuestro. Transmitir serenidad, templanza y estabilidad emocional es básico para que nuestro perro nos valore positivamente.
Son pasos sencillos con los que, día a día y con paciencia, ayudaremos a nuestro perro a fomentar su confianza.

martes, 6 de octubre de 2015

Cómo quitar una garrapata en perros o gatos paso a paso

Higiene



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En esta ocasión os explicamos cómo quitar una garrapata en perros o gatos paso a paso de la forma más sencilla posible.
Las garrapatas son unos parásitos que se alimentan de la sangre de los animales y las personas para sobrevivir. Aunque no comienzan a ingerir la sangre inmediatamente tras la picadura, es importante eliminar las garrapatas tan pronto como sea posible y así evitar que puedan transmitir enfermedades a nuestras mascotas como la babesiosis, la anaplasmosis o la enfermedad de Lyme.  Es más, en cachorros o mascotas de pequeño tamaño una garrapata no detectada a tiempo puede ser letal. 
Cómo detectar las garrapatas
A diferencia de lo que se piensa, las garrapatas pueden estar presentes en casa, por lo que los gatos también pueden verse afectados, aunque lo normal es que los parásitos se encuentren en entornos naturales como bosques, parques o jardines urbanos. Las garrapatas tampoco son estacionales, ya que están activas durante todo el año, siendo los meses de marzo a octubre los de mayor actividad. 
Para detectar las garrapatas es recomendable estar pendiente del animal y hacerle una revisión rápida diariamente, puedes hacerlo por ejemplo todas las noches, para asegurarnos de que no tienen ninguna garrapata encima. Para evitar que nuestras mascotas tengan garrapatas podemos utilizar algunas medidas preventivas antiparasitarias como collares o pipetas que compraremos en el veterinario o tiendas de mascotas. 
Si nuestra mascota tiene garrapatas
Aunque es recomendable acudir al veterinario para extraer las garrapatas y evitar efectos secundarios, también podemos extraerlas con cuidado y visitar al veterinario después para que le eche un vistazo rápido a nuestro animal. 
Para quitar la garrapata en casa puedes seguir los siguientes pasos:
1. Encuentra la cabeza de la garrapata y prepara unas pinzas. En las tiendas encontrarás unas específicas para quitar garrapatas. ¡Nunca lo hagas directamente con las manos!
2. Pinza la cabeza de la garrapata lo más cerca de la piel que puedas ya que si sujetamos el cuerpo este puede partirse y quedarse la cabeza dentro de la mascota.
3. Tira con fuerza, sin girar las pinzas para que no se quede parte del animal pegado a la piel. En caso de que partes de la garrapata se queden incrustadas en la piel quítalas con la pinza.
4. Lava la herida con yodo o alcohol
Eso sí, si la garrapata ha engordado mucho por la sangre que le ha quitado a nuestra mascota es mejor acudir al veterinario por si hubiese contraído el animal alguna enfermedad. Si nuestra mascota vive en un jardín es recomendable cortar el césped y fumigar por si hubiese una plaga de garrapatas. 

lunes, 5 de octubre de 2015

¿Se siente nuestro perro realmente culpable cuando nos hace una trastada?

¿Son conscientes nuestros canes de que han hecho algo malo o que nos disgusta?
¿Rompen cosas porque están enfadados con nosotros?
¿Entienden que les estamos echando la bronca porque su comportamiento nos ha molestado? 
Foto: Jordi Sabaté
Foto: Jordi Sabaté
Sí, el asunto de los perros que se muestran culpables tiene mucho pero mucho tirón, todos tenemos más de una anécdota para ilustrarlo: hasta el 74% de los dueños de perro está convencido de que su perro se muestra culpable tras hacer algo que no debía. Hay webs dedicadas a mostrar las caras presuntamente compungidas de los trastos caninos que comparten sus vidas con nosotros y, cómo no, hay cientos o miles de vídeos de 'perros culpables' que hacen que nos partamos de risa.

El perro culpable es una proyección nuestra

Pero resulta que no es cierto: es un mito, los perros no se sienten culpables. Y tampoco planean un destrozo para vengarse de ti. Incontables estudios lo han demostrado, pero el mito no se desvanece. Los perros siguen, en teoría, demostrando claramente su culpabilidad y con frecuencia son castigados por ello. Esos zapatos rotos, ese mando de la tele, ese libro... Si tu can los ha atacado puede ser por ansiedad, porque huelen a ti, porque no tenía otro juguete a mano o por muchas otras razones, pero no necesariamente sabrá que ha hecho algo mal. Sobre todo si tú sólo encuentras los restos de la trastada y no le pillas haciéndola.
El vídeo de Denver, la labradora 'culpable' fue uno de los primeros virales perrunos de internet. Se ha visto ya ¡44 millones de veces!
Por eso vamos a repasar aquí las claves de la cuestión para tratar de evitar esas regañinas con frecuencia tan inútiles y casi siempre dañinas que solo consiguen una peor relación entre humanos y canes. Para empezar, los canes detestan los conflictos tanto con sus congéneres como con los humanos. Por eso han desarrollado diversas maneras de apaciguar enfados y calmar a los sujetos agresivos. Al menos hay treinta gestos o rituales con los que tratan de comunicar, aunque no siempre con éxito, las señales de calma.
Foto: Lili Chin
Foto: Lili Chin
El tener aire de culpabilidad -tal y como lo traduce un humano al ver ciertas expresiones de su can- no significa que el perro sepa que romper ese zapato está mal. Lo que sí sabe es que su humano está enfadado y él debe hacer algo para apaciguarle. Ante el tono o la postura corporal de enfado, el perro hace señales de calma: aparta la mirada, se lame el hocico, se esconde; rehuye un posible conflicto porque sabe que algo no va bien. Pero normalmente, salvo que le hayan pillado en el acto y le hayan indicado lo que ha hecho mal, el perro ¡no tiene ni la más mínima idea de porqué su humano le está echando una bronca!

No nos enteramos de nada

Se puede decir, en todo caso, que el perro pone cara de culpable (en versión humana), pero no se siente culpable. ¿Cómo lo han demostrado? Por ejemplo a través del experimento que llevó a cabo la conocida etóloga Alexandra Horowitz: se hace pensar a un humano que su perro ha hecho algo que no debía (comerse una chuche) y pese a que el can es totalmente inocente, muestra todas las señales de sentirse culpable porque, claro, le echan la bronca.
Lo podéis ver en el vídeo.
Otro dato interesante de ese estudio: cuando no le decían al dueño del perro si el can se había comido la chuche o no, es decir cuando le obligaban a averiguarlo en función del lenguaje corporal de su perro, la mayoría no acertaba. Otro estudio similar llevado a cabo en 2014 en Cambridge volvió a corroborar la cuestión: el comportamiento del perro -si había hecho algo mal o no- no estaba relacionado con el aire de culpabilidad. Si no había regañina humana de por medio, aunque hubieran hecho algo que no debían hacer, los perros no se mostraban culpables.
Los grandes expertos, como Patricia B. McConnell, coinciden: somos nosotros, los humanos, los que atribuimos esta emoción humana a los perros. Sin embargo, hay quien explica que los perros sí podrían tener la capacidad de sentir culpabilidad, puesto que su capacidad neuronal es similar a la de otros mamiferos que demuestran esta emoción, pero no sería en la manera en la que se les atribuye actualmente

Los muy pillos aprenden a poner cara de culpables

¿Qué pasa por su mente cuando un perro muestra ese comportamiento, esa cara de culpabilidad, incluso antes de que el humano sea consciente de que ha habido una trastada perruna? Parece que, de nuevo, hay algo más complejo en el aire. Entre otras cuestiones, los perros que aprenden a poner cara de culpables son castigados mucho menos que los otros, independientemente de su comportamiento. Así, el perro muestra señales de calma para evitar el conflicto que, ha aprendido, puede surgir porque ya surgió en el pasado.
Es un mecanismo que le funciona y lo repite. Y que, no falla, consigue que muchos humanos acabemos a carcajadas. 

Micaela de la Maza es autora de las Guías del Señor Perro, que recogen las mejores direcciones de locales para salir con tu perro en las principales ciudades de España.